martes, 30 de junio de 2009

Una noche especial




Era una noche de verano, algo calurosa.

Protagonistas tú y yo, nos habíamos embarcado en una pequeña aventura por la romántica Venecia.

Después de un largo día de visitas a los lugares mas bellos de la ciudad, llegamos al hotel, tu tenias mucha prisa por llegar a la habitación y darte un baño, pero yo tenia otros planes para esa noche, y no quería que me los estropearas.

Cariño, te digo.-

Vete subiendo yo tengo que hacer una compra en la boutique del hotel.

Me pusiste carita de mimoso, con la que me quieres decir, nena por favor ya es hora de que descansemos y pasemos un ratito solos tu y yo.

Prometo no demorarme, te conteste, vete duchándote que subo enseguida.

Quería que la noche fuera especial, y había pensado en un Masaje Erótico.

En la mañana ya había pasado por la perfumería del hotel y había comprado unos aceites esenciales, ahora solo quedaba recogerlas.


Cuando llegue a la habitación estabas saliendo de la ducha, y con tu carita mimosa, me dijiste, nena no podía mas, las piernas me estaban matando, pero te prometo que después de cenar nos duchamos juntos, te sonreí traviesamente, y me acerque para darte un dulce beso, no te preocupes mi niño travieso, la noche es larga.

Me miraste con cara de querer saber, ¿Qué te compraste?

Nada amor.- ya lo sabrás en su momento, ahora solo descansa que yo me voy a la ducha.

Me tome mi tiempo para que pudieras descansar y relajarte.




Al salir del baño, estabas tumbado en la cama, relajado viendo la TV, me pare en la puerta, esperando que me miraras.

¿Albornoz? Me dices.- Tú no usas esas cosas, yo esperaba algo más sugerente.

Simplemente te miré, y deje caer el albornoz por mis hombros, no llevaba nada debajo.

Tu carita cambio al instante, esa sonrisa picarona, y con el dedo mi hacías señas para que me acercara a tu lado, pero no, esta noche mando yo.




Túmbate en la cama, quítate los boxers, y déjame hacer.

Sin darme tiempo a decir nada más te desnudaste y te dejaste caer en la cama.

Me acerque a ti y me puse encima de tu abdomen, sentada desnuda.

Cielito que calentita estas, me dijiste.

Relájate y disfruta cielo, simplemente déjate llevar.




Empecé a derramar gota a gota el aceite de almendras, por tu pecho, lentamente, solo usar las puntas de los dedos, suave, solo rozar, bajando hasta tu abdomen, poco a poco.




Notaba como todo tu cuerpo temblaba al sentir el roce de mis dedos, tu piel se erizaba, y veia como cerrabas los ojos, disfrutando.



Cuando llego hasta tu pubis, pero me desvío, y te masajeo tus ingles haciendo que la punta de mis dedos vaya rozando tu sexo ya erecto.




Sigo con tus piernas, una a una, hasta llegar a la planta de los pies. Y sigo masajeadote tus dedos uno a uno suave.



Mirando desde abajo puedo ver que estas muy excitado, empiezo a subir poco a poco, por tus piernas, me paro al llegar a tu miembro, grande y duro mmm, te lo unto todo de aceite, me doy la vuelta y con mis pies te empiezo a masturbar, suave, lento, tocando con mis dedos la punta de tu pene, estas excitado, mucho, y sigo subiendo el ritmo de mi masaje con los pies, te gusta no paras de gemir, y sigo subiendo y bajando, acelerando el ritmo, y siento en mis pies la hinchazón de tu miembro, cada vez mas, y sigo acelerando el ritmo, con mas fuerza, tu estas ya totalmente tendido con los brazos abiertos y tus ojos cerrados, y sigo con el ritmo fuerte, mas fuerte cada vez, noto tus espasmos en tu miembro, duro y a punto de explotar, hasta sentir un gemido agudo que sale de tu garganta, y ver como tus fluidos se derrama por mi pies.



Después de unos minutos, me miras, mordiéndote los labios, te incorporas y me besas apasionadamente.- Cielo que cosa más rica.

Ahora ¿me dejarás hacer a mí?. Pero eso, es ya otra historia


domingo, 28 de junio de 2009

Para ti soy




Me imaginas, me presientes




Me acaricias, te fascino




Me contemplas, te enloquezco




Me arrebatas, me muerdes




Me bebes, me posees





¿Me deseas?




sábado, 27 de junio de 2009

Anoche




Anoche entre mis sabanas te soñé
enredado entre mis piernas
anudándote a mis brazos
ahogando la sed de nuestros labios.






Anoche eras tú, era yo, éramos los dos
unidos en uno solo en un instante infinito
lleno de deseos y pasiones ardientes
anoche fui tuya y tu fuiste mío.







jueves, 25 de junio de 2009

¿Sabes cuál es mi pecado?

El pecado perfecto




¿Sabes cuál es mi pecado?





El que me atrae y me doma
el que me convierte en amante
es mi vicio, mi secreto, mi delirio
mi deseo, mi fuego, y mi fantasía
mi perdición y mi lujuria
no seré tuya, no serás mío
simplemente seremos pecado






¿Sabes cual es mi pecado?

TU






miércoles, 24 de junio de 2009

Imaginarte

Imaginarte...







Era solo eso imaginarte










Cerrar los ojos y percibirte,
desplegando mis manos al aire
e intentar tocarte, acariciar tu cuerpo
sentir tu esencia, intuir el sabor de tus besos.






Ahora...

Ahora puedo pensarte



martes, 16 de junio de 2009

Tus manos




Hoy no quiero pensarte más
Hoy estoy sedienta de ti





Quiero que tus manos reemplacen a las mías, que me regalen obscenidades, que me provoquen placer.






Que tus dedos me arrebaten orgasmos y tu lengua se impregne de mi rocío.
Hoy quiero que sean tus manos y no las mías las que me hagan naufragar en tu paraíso perdido.





lunes, 8 de junio de 2009

Eres mi tentación



Nos dirigimos al baño, para ducharnos, a mi se me apetecía más un baño de espuma y aceites, así que deje que te ducharas y te fueras a descansar mientras yo me sumergía en un agradable baño de esencias.



Cuando terminé de mi relajante sesión de espumas, quise volver a olerte.
Me acerque suavemente para no despertarte, tu delicioso olor seguía allí, pese a una intensa tarde de sexo seguía oliendo bien.




Estaba perdiendo la cordura con ese aroma tan delicioso, empecé a bajar besándote suavemente el pecho llegado al vientre, a tu vello arremolinado en torno a ese pene, olía a ti, era el olor del instinto, del placer, de todo lo que había pasado aquella tarde, todo volvía a mi mente cuando me deleitaba con ese olor, a sexo.



Me sumergí la cara en tu entrepierna, cogí el pene con la boca, estaba flácido aunque no del todo, lo acaricié con mi lengua con suaves movimientos comencé a masturbarte, me gusta ver ese pene en erección, es delicioso, majestuoso.Saque la lengua y con dulzura me humedecí los labios, lo volví a besar, suave y cálidamente, lo metí en mi boca, con poca prisa y mucho deleite, lo fui degustando. Hacía círculos alrededor de tu glande, y aprovechaba las primeras gotas de placer que asomaban para humedecerle. Tú te movías excitado en tus sueños. Lo saque y seguí lamiendo todo el tronco de tu increíble pene, lo lamía como si fuera un helado a punto de deshacerse. Acurrucada entre tus piernas lamí tus testículos. Un gemido salió de tu boca. Al oírlo empecé a humedecerme otra vez. Fue el impulso que necesitaba, lo metí en mi boca, y lo empecé a chupar de mil maneras, a distintas velocidades y acompañada de las manos para que el placer fuera mayor.



Tu estabas excitado, no sabías por qué, pero estabas tremendamente cachondo y caliente, al abrir los ojos viste un bulto bajo las sabanas que estaba en movimiento, yo estaba ahí, dándote un magnífico despertar. Estabas demasiado excitado, los sueños que habías tenido en el rato que te dejé descansar ninguno me había hecho justicia, lo hacía mejor que lo que tu memoria y tu imaginación te permitía representar. Notabas mis labios, mi lengua, caliente, húmeda. Cómo subía y bajaba, cómo iba disfrutando cada salida y entrada de esa maravillosa boca que tan cachondo te ponía sólo imaginándome ahí.
Me destapaste, te miré sorprendida, mientras seguía haciéndotelo. Estaba muy excitada, lo estaba haciendo con gusto, con mucho gusto. Aceleré el ritmo de mis lametones, de mis caricias, empecé a hacerlo de una manera, que te volvía loco, no sabría explicar cómo, pero no creía que fueses a aguantar mucho más. Lamía sin parar, mi meta ahora mismo era hacerte correr, que tuvieras un gran orgasmo.




Te ibas a correr, lo sabía, empezaste a notar ese cosquilleo, ese placer inmenso.... Querías apartarme, pero seguía masturbándote y lo volví a introducir en mi boca, lamiéndolo más rápido que nunca, de una manera casi violenta. Tu, al borde del orgasmo, veías cómo todo ocurría y en el momento que notaste de nuevo mis labios, y mi lengua alrededor de tu pene, estallaste en mi boca, embistiéndola con el pene sin poder contenerte, llenando esta preciosa boca que tanto te gusta con tu leche. No podías creértelo, estabas disfrutando más que nunca, un gemido espectacular salio de tu garganta.
Termine acariciándolo con mis labios y mi lengua con mucha ternura, mientras te dedicaba un guiño.





Sonriendo, te miré a los ojos de nuevo con deseo, ternura y malicia y te susurré mientras te daba un beso en la mejilla: "Te has despertado, cariño, ahora descansa, nos veremos en la cena."


martes, 2 de junio de 2009

Nuestra Historia: El Teléfono

Esta es la historia...
Tu historia y la mía.
Empezó virtual, un día más de aburrimiento te encontré, charlas amenas y entretenidas.




Cosas cotidianas las tuyas y las mías, nuestros problemas, deseos y necesidades nos confesábamos.
Tu en el norte, yo en el sur, muy al sur...
Distantes en kilómetros, cercanos en sentimientos.
Contarnos nuestros secretos y fantasías, cada día con más confianza, con más seguridad.





De la misma manera que compartíamos charlas de temas triviales, nos enredábamos en bromas sexuales.
Así fue como pasamos a contarnos nuestras fantasías mas eróticas y cada encuentro se hacia más intenso.
Más privado, pareciendo al final que nos fundiéramos los dos en uno solo haciendo el amor.
Un día sin más después de charlar por la pantalla virtual, quisimos sentirnos telefónicamente.







Comenzamos a jugar. Me dijiste que querías susurrarme al oído tus deseos y que fuéramos haciendo paso por paso lo que nos decías…y por supuesto accedí como neña obediente.



Empezaste pidiéndome que me soltara el pelo, me quitara toda la ropa y me tumbara en la cama, pero te pedí que fueras tú el que me desnudaras, que me fueras diciendo como, y por supuesto no quería que usaras las manos, deseaba que lo hicieras con la boca.





Mientras me quitabas la brasileña y la pequeña camiseta que llevaba comencé a temblar, tan sólo oír tu voz me excitaba, comenzaba a humedecerme – Estoy lista – te dije cuando estaba tumbada en la cama.





Ahora quiero que te acaricies, imagínate que soy yo el que te toco, ahora baja poco a poco las manos por detrás de las orejas, baja por el cuello y detente en tus hombros. No quiero que bajes de allí… ¿Lo estás haciendo? No te toques nada más. Respira, sube y baja el pecho como sabes hacerlo mientras te acaricias. Paso a paso iba siguiendo tus indicaciones y me sentía cada vez mas excitada. Mis manos se morían por bajar hasta mis pechos, respiraba fuerte pero tranquila para que pudieses oírme por teléfono.





Baja las manos lentamente hacia tu barriga pero por los costados, no te toques nada más…suave, suave, no tenemos prisa. Llega hasta el ombligo, y llévate la mano a la boca. Chupa lentamente un dedo, sácalo y vuélvetelo a meter en la boca, tu voz comenzó a cambiar, cada vez más suave, más baja, estabas excitadísimo. Comencé a imaginarte en tu cuarto, desnudo, escuchándome obedeciendo todos y cada uno de tus deseos, te imaginaba tocándote. Mi cabeza no podía parar, me rendía a tu voz y a tu juego.





No te puedes imaginar como me tienes. ¿Cuándo piensas dejar de torturarme? Dije en un susurro de voz.
No tengas prisa neña, todo llegará. Ahora puedes acariciarte el pecho, humedécete los dedos, con la lengua ve lamiendo una a una las yemas de los dedos y ahora acaricia tus pezones, pero dime cómo lo haces.





No se exactamente lo que pude decirte porque mi voz se entrecortaba, mi respiración se aceleraba y mi cuerpo se retorcía desnudo sobre la cama. Mis manos pellizcaban mis pezones, los apretaban, recorrían el contorno de mi pecho.
Según iba narrándote cómo me estaba acariciando, no pude evitar que se me escaparan algunos gemidos y noté por tu respiración y tu forma de hablar que te gustaba.
Escuchar tus susurros (como tú lo llamas) me enloquecían.
Entre gemidos y orgamos de placer, sentir como me acariciabas.





Sabes como me gusta oírte, oír tus susurros, me dijiste. Y ahora baja lentamente hasta tu sexo, siente que son mis manos las que te acarician, mis dedos los que te penetran, siénteme…

No se como narrar lo que sentimos a partir de este instante. Me estaba masturbando si, pero imaginaba tus manos tocándome, tu boca besándome y no paré de contarte lo que hacía y como lo hacía mientras usaba mis dedos para llegar al clímax…¡Fue increíble!





Los dos juntos a miles de kilómetros y tan cerca a la vez, fundiéndonos en el más bonito orgasmo.
Aún hoy tengo fantasías con esa noche, mi primera vez en el mundo del sexo telefónico.
Y sabes que solo contigo repetiría, neño.